A Brazo partido

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Cuando lo único que te queda es volver a levantarte

Hace años, no tengo muy claro el momento ni el contexto, recuerdo encontrarme embobado ante mi tío, el hermano de mi madre, mientras éste me contaba como, en su niñez, junto con su hermana mayor y sus padres, mis abuelos, se vieron forzados a salir por patas de Tánger, dejándolo todo trás de sí y con un futuro más o menos incierto. Recuerdo que, al yo de ese momento, henchido a leer libros de aventuras, el tema le pareció la mar de emocionante. Al yo de ahora, se le encoge un poco el corazón al ver cómo dichas experiencias, que en ningún caso deberían ser vividas por un niño, marcaron a esa persona.

El destino quiso que el periplo terminara en la Barcelona de los 60. Podría haber sido la Marsella – de haber sabido que les saldría un nieto con cierta afición a manifestarse y a tener que salir corriendo delante de los Mossos, seguro que no les hubiera importado seguir un poco más – y el lugar que dejaban atrás, no fuera Tánger sino Argel, pero entonces seguramente mi apellido no seria el que es, sino que sería Acariès, y lo mío no serían los tebeos ni los ordenadores, sino el ring y los protectores de boca.

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Volvemos la mirada al no tan lejano país de Argelia, tras la masacre del 26 de marzo de 1962. Muchas familias de origen europeo se vieron forzadas a emprender un éxodo que los llevaría lejos de los que hasta ese momento llamaban vida. Una de estas familias fueron los Acariès. De Argel volaron a París y de allí a Marsella donde, con penurias, pudieron reconstruir continuar con aquello a lo que llamaban vida.

Para muchos, en los que hasta hace unos minutos me incluía, el apellido Acariès no significará nada, pero es el apellido de dos hermanos que, ante las adversidades que se les presentaron, recordemos todo el tema del salir por patas de su hogar y llegar a un país que, a pesar de hablar su mismo idioma, te hace sentir extranjero; nunca se dieron por vencidos y supieron encajar todos y cada uno de los golpes que este peso pesado llamado vida les tenía preparados. Nadie dice que no probaran el sabor de la lona ni el de la sangre. Para nada, patente queda en las páginas que hoy nos ocupa que no fue así. Pero si algo les caracterizó, es el saber mantenerse unidos ante la adversidad y ayudarse mutuamente a levantarse en caso de que las piernas decidieran fallar.

Esto es A Brazo Partido, una historia de superación y hermandad con final feliz. Feliz de verdad, peazo puercos, que os conozco. Un final que nos viene a decir que la vida no es un camino de rosas, seguramente se asemeje más a un campo lleno de estiércol por el que alguien vaya a arrastrar nuestra fea cara. Pero, al final, no está todo perdido.

Contrasta fuertemente con mi última lectura sobre armarios, glandes con dientes y mochilitas llenas de basura emocional, donde el autor, un señor de Milwakee, me apuñalaba sin piedad con un contundente “there’s no such a thing as a fresh start”, que para los no duchos en la lengua de Shakespeare, vendría a ser algo así como que “no hay segundas oportunidades”.

Detrás de todo A Brazo Partido, se encuentran Pierre Ballester y Jean-Christophe Deveney, a los guiones, y el inconmensurable Sagar Forniés a los lápices y el color.

Como nota, el primero de estos firma con el propio Michel Acariès (el hermano que se mantuvo fuera de la lona, pero no alejado del boxeo) un libro llamado Pied-noir, Poings Nus que sirve como base para el tebeo que hoy nos ocupa. El segundo seguramente os suene porque junto a Núria Tamarit, es uno de los padres del maravilloso tebeo titulado Giganta.

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En cuanto al arte, permitidme dedicarle unas líneas, uno ya va sabiendo lo que es enfrentarse a Sagar. En este caso concreto no encontramos esas splash pages llenas de música, movimiento y vida que nos regaló en Miles es París, pero porque no le hace falta. A Barazo Partido no las necesita, se basta y se sobra con cada uno de los movimientos de los boxeadores, cada una de las expresiones de los personajes, de la vida de la que el zaragozano es capaz de dotar todas y cada una de las escenas. En definitiva, maravilloso.

Para ir cerrando ya y dejar tranquilos a aquellos que, por la razón que sea, siguen pensando que si no les va el boxeo esto no es un tebeo para ellos, como persona no aficionado al boxeo más allá de la saga de Rocky, dejad que os diga que, de lo que menos va esto, es de hombretones acariciándose bruscamente.

Ficha técnica

Título originalÀ bout de bras
AutoresJean-Christophe Deveney, Michel Acariès, Pierre Ballester, Sagar Fornies
EditorialNorma Editorial
Fecha de publicaciónNoviembre 2022

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