Roman Ritual 2

“Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano” – Levítico 19, 32

Cuando mi mente divaga en soledad sobre el bien y el mal, siempre me surgen las mismas preguntas. ¿Es algo que llevamos en nuestro interior desde que nacemos? ¿Es producto de los traumas o de las vivencias que experimentamos a lo largo de nuestra vida? ¿O tal vez hay algo más que les empuja, algo que no podemos ver ni comprender que tira hacia un lado o hacia otro? ¿Algo divino o infernal tal vez? No os engañaré. En verdad a día de hoy soy muy escéptico en cuanto a creer en cosas así, pero también he aprendido que nunca en la vida hay que desestimar ninguna posibilidad por muy increíble que pueda parecer.

Es en ese punto el que hace que la saga de Roman Ritual me enganche como ningún otro cómic de terror que haya leído. Las historias que trata sobre las posesiones infernales no sólo tienen una ambientación tan brutal como la propia película del exorcista, sino que además el genio de su guionista lo lleva un paso más adelante, hablándonos también de todos los conflictos internos que llevan al demonio a intentar destruir a las personas más puras. Incluso como si de una organización criminal se tratara, aquí el mal actúa con un plan, en post de la misión de destruir todo lo más puro y cruel, teniendo a menudo como objetivo uno de sus mayores símbolos, como es la iglesia. El mal se jacta una y otra vez de demostrar su superioridad a través de la facilidad con la que corrompe a los miembros de esta.

Mientras en la primera parte de esta saga, se centró más en los mayores estamentos de la iglesia (Link reseña Roman Ritual). Esta vez su autor El Torres, lleva a nuestro protagonista, el Padre John Brennan, en su cometido como máximo conocedor de los exorcismos, a los lugares más sacrificados del oficio de la fe. Allí conoceremos la historia de quien en verdad será el personaje principal de este cómic, la Hermana Clara que, tras vivir una experiencia traumática de pequeña en pleno conflicto de la matanza de Ruanda entre los Hutus y los Tutsis, decide tomar el hábito y dedicar su vida a cuidar ancianos solitarios en Washington en sus últimos años de vida. Pero el pasado la perseguirá porque el mal se refugia en nuestros miedos, nuestros dolores y nuestra culpa. Es así como el maestro del terror, El Torres, nos ha cocinado poco a poco el escenario perfecto de terror donde nos veremos atrapados, pues nos encontraremos ante una residencia llena de ancianos poseídos por demonios que acosaran a la Hermana Clara y al resto de los trabajadores de la residencia de las formas más crueles posibles. Sólo la aparición del Padre Brennan, cual Constantine siempre cigarro en mano y con sus formas un tanto oscas, tal vez pueda conseguir que el mal haga el menor daño posible. O no.

Los que amamos las obras de miedo de El Torres sabemos de su capacidad sobrenatural para crear increíbles historias aterradoras en un género tan difícil para el medio del cómic. Lo que nos preguntamos es si sus guiones los guía el cielo y o el infierno, o si tal vez un poquito de cada uno, porque los que las leemos acabamos poseídos por ellos. En esta ocasión no sólo utiliza esta narración para contarnos la típica historia de terror, sino que además trata temas importantes como es el conflicto entre Hutus y Tutsis en Ruanda, del que tristemente tan poco se nos ha hablado a los europeos. Además, es una reflexión constante al abandono de los ancianos que tanto dieron y lucharon para que el resto tuviéramos una buena vida y que a menudo son abandonados en soledad en sus últimos años de vida de una forma cruel e injusta, muestra de que el ser humano es una sociedad enferma.

Para rematar la obra maestra, el dibujante Jaime Martínez unge con agua bendita sus lápices consiguiendo otra vez llevar a la perfección todo lo que El Torres pretende en esta narración, y llenándola de viñetas increíblemente aterradoras y desgarradoras. La capacidad de este autor de mostrar en la Hermana Clara toda su bondad sólo con la expresión de sus ojos, y en cambio cuando nos encontramos en una viñeta con el Padre Brennan, conseguir imbuir alrededor de él una atmosfera de misterio e incluso peligro, casi sin mostrarnos su rostro, el cual nunca llegamos a ver del todo. Además, su manejo de las sombras y luces, y esas páginas completas en los momentos adecuados de sustos refuerzan el terror que debe desprender esta historia. Incluso el juego que hace el dibujante con el humo de los cigarros del Padre Brennan es maravilloso. De regalo los autores nos dejan más de una viñeta de homenaje a películas del género que os harán sacar más de una sonrisa.

En definitiva, este equipo creativo maravilloso lo ha vuelto a hacer. Darnos un cómic de miedo que os tendrá enganchados de principio a fin. Rematado con la siempre cuidadas y preciosas ediciones de la editorial Karras Comics que como siempre mima sus envíos y trata a sus seguidores con un cariño y cercanía envidiables. Así que este es uno de esos comics que dar a aquellos que no ven más allá de las franquicias superheroicas, para demostrar que el noveno arte esta lleno de maravillas por descubrir y disfrutar.

Ficha técnica