Hellblazer: Ascenso y Caída

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Iba a cumplir el papel de abogado del diablo, cuándo me he dado cuenta de lo irónico de la situación. Ja. Iba a defender esta serie enfrascada en esa adultez obligatoria que DC quiere usar para adoctrinarnos y separar erróneamente lo que muchos llaman novela gráfica y cómic. Amparar a esa Etiqueta Negra porque me apetecía y porque a priori sabía que estaría a años luz de la original, de la primigenia y longeva serie de DC que en el número 63 aterrizó en Vértigo, y con la que cometo siempre el mismo error una y otra vez (y otra y otra…) de compararla con todo lo que se ha ido editando posteriormente.

Mis estanterías tienen absolutamente todo lo que incumbe a ese cabronazo jode-demonios y bebedor de John Constantine y cuando digo todo es TODO porque, aunque los años me han ido amoldando para bien esos deseos de completismo incondicional que muchos lectores sufren, con John no puedo evitarlo y tengo la Liga de Justicia Oscura por él, el número único de El Día Más Brillante junto a la Cosa del Pantano por él, incluso Batman Condenado y, aunque me duela en el alma reconocerlo, toda la bazofia infecta de su etapa en Los Nuevos 52 –John, Estados Unidos nunca te sentó bien–. Aunque, aún tengo pendiente esa maravilla de la que mi querido y ebrio Martín llama el nuevo advenimiento que es la etapa de Simon Spurrier y que es cuestión de tiempo que acabe engrosando la balda demoníaca. Prometido.

El Hellblazer original no va a volver nunca y espero que el perpetrado y suciamente manipulado por DC en los Nuevos 52 tampoco –si, lo sé, me gusta meter el dedo en la llaga– pero eso no es impedimento para que un personaje como John Constantine tenga una etapa o miniserie o historias propias en general sólidas y decentes que no nos hagan desear no haber abierto la cartera para pagarle a nuestro librero por desperdicios, los cuales solo nos dan unas enormes ganas de volver a los 90 y ver cómo John vence al cáncer una vez más. John siempre tiene que ser John porque sin ese carácter “hijoputista”, el personaje puede llamarse perfectamente Paul McCartney y tocar el bajo en un grupo o Barry White y ser más negro que Idris Elba. Sin carácter ni chulería dan igual los demonios que putee, los dedos índices que saque o las pintas que absorba como una maldita esponja. John ya no existiría.

Tom Taylor es un guionista bastante decente. Bueno, diría yo, y tras el pelotazo que supuso Injustice ha sabido moverse con bastante soltura en todo lo que ha tocado y que junto a Tynion IV forman parte de esos guionistas que sin tener luces brilli brilli alrededor siempre están ahí trabajando sin parar y de las formas más diferentes posibles. Calidad antes que divos, eso es lo importa, y este Ascenso y Caída es un claro y fácil ejemplo sin esa parafernalia absurda de coger un personaje marcado profundamente por su época y extrapolarlo a la actualidad sin tener que marear al lector con nuevas inventivas y giros de guión «modernitos». No sin cometer errores, pero bien hecho al fin y al cabo.

Así que tras este alegato con el puño en alto que acabo de hacer para defender al personaje –como si le hiciera falta– me bajo de mi púlpito sin alzar más la voz que gritar está feo y porque ni Tom Taylor ni Darick Robertson necesitan mi innecesaria vociferación. Amigos míos, me voy a venir arriba para, no sólo defender este tipo de lecturas rápidas, sino para sacar pecho diciendo que si, como le ha pasado a muchos, la etapa inicial de Jamie Delano les pareció espesa o incluso la de Ennis demasiada hija de su época, oscura, burra, etc… y Hellblazer sigue siendo su deuda pendiente y más un quiero y no puedo, Ascenso y Caída es una acera bien asfaltada y con la suficiente calzada romana de un centro histórico estándar para conocer de qué pie cojea John. Para dar los primeros pasos por Liverpool.

Al igual que el trabajo de Darick Robertson y Diego Rodríguez que consolidan bastante a su favor la esencia de Vértigo congratulándolo con la actualidad sin que ninguna de las partes quede insatisfecha aunque esto último es algo muy personal ya que un dibujo bonito –véase el de Renato Guedes por poner un ejemplo– acaba chocándome y me cuesta creer esa suciedad asfixiante y ese sonido punk-rock que descubrí hace tantos años en sus viñetas. Soy un señor mayor y todos tenemos nuestras manías. Eso y que la etapa de Garth Ennis está tan arraigada en mí que todo gira en torno a ella con sus pros y sus contras. El guionista australiano se apropia de ese halo y lo usa sin pretensiones y lo mejor de todo es que funciona a –casi– todos los niveles y ¿no es esa la mejor forma para leer algo nuevo de Constantine y que te recuerde a la original? A mí me vale.

Así que mi pregunta es: ¿Tan difícil es mantener algo tan característico de un personaje que además da mucho juego y contenido para inventar algo nuevo y vacuo? ¿No es irónico dejar sin alma a John Constantine? ¿Ser más diabólico que Nergal o Despondeo? La respuesta es un rotundo no, solo que no todos los guionistas saben aprovechar las virtudes y seguir exprimiéndolas para que sigan gustando y sigan sabiendo bien, y Tom Taylor coge lo básico de Hellblazer para que esta historia de John en 2020 huela un poco a los 90 y funcione. Si os gusta Hellblazer, esta historia es para vosotros y si os gusta Hellblazer mucho quizá os sepa a poco. Ya me entendéis *guiño guiño*.

Ficha técnica

Título originalRise and Fall #1-3
AutoresTom Taylor, Darick Robertson, Diego Rodríguez
EditorialECC Ediciones
Fecha de publicaciónMarzo 2021

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