Ice Cream Man

Hay un sabor para cada uno

Casi por norma general, me gusta llegar a las series sabiendo lo mínimo posible de ellas, algo que podría parecer sencillo, pues cuanto más se aleja uno de la alargada y retorcida sombra que proyectan Marvel y DC, más difícil resulta encontrar información sobre los cómics que se publican actualmente. Sin embargo, cuando esa información traspasa todas las barreras que encuentra y llega incluso a nuestro país (la información, claro, para la serie tendréis que seguir esperando un par de años, y eso con suerte), suele significar que el cómic en cuestión ha sorprendido a propios y extraños, y directamente se le viste de “joya oculta” o “clásico contemporáneo” aunque luego, realmente, pocos son los tebeos capaces de cumplir semejantes expectativas.

A lo que voy es a que tenía poca o ninguna noción de lo que iba a encontrarme en las páginas de este Ice Cream Man cuando por fin lo tuve delante, pero al mismo tiempo no dejaba de leer por todas partes lo increíble que era esta colección, casi tan increíble como inquietante, y yo seguía sin saber exactamente por qué. Es por ello que, al abrirlo (realmente fue al leer la contraportada), descubrí que me encontraba ante una serie antológica, formada por pequeños relatos independientes de unas 28 páginas, unidos por un fino y bastante flexible hilo conductor. Una historia marco, o en este caso, un personaje común: el heladero, que nos irá acompañando de un capítulo a otro.

Como toda serie antológica quizá el calificativo más acertado para referirse a ella sea el de inconstante. Pues es algo casi inevitable el que, a pesar de que haya capítulos tremendamente buenos e impactantes, también haya otros que parecen estar sólo para darte un descanso entre los realmente interesantes. En apenas cuatro episodios, los que componen el primer tomo recopilatorio, esto es algo que ya se puede percibir. Y, aunque todos los episodios tienen algo que los hace únicos, se nota que algunos están desarrollados de una forma mucho más superficial. Aún con todo, la serie mantiene un nivel que, hasta en sus momentos más bajos, está muy por encima de la media de los cómics que se publican actualmente.

Otro factor importante que desconocía antes de comenzar a leer la obra, o mejor dicho, que toda la expectación alrededor de la misma me había llevado a error, fue comprobar que Ice Cream Man no es un cómic de terror. Sí, es inquietante. Sí, suceden cosas sobrenaturales y prácticamente en cada número acaban dos o tres personajes destripados. Pero no es necesariamente un cómic de terror, o no de ese terror gótico y sobrenatural que se no había dado a entender, o al menos así lo entendí yo, que sería. Tampoco es un terror estilo thriller, de hecho, al ser relatos independientes, la serie puede permitirse variar mucho de géneros, temáticas e incluso estilos narrativos. Los relatos de este primer tomo están más cerca de la tensión que pueden generar las historias noir de Ed Brubaker y Sean Phillips, o de la incómoda inquietud que te sacude al leer Agujero Negro de Charles Burns, que no de un terror más clásico.

Esta incomodidad se consigue gracias al impecable trabajo que Prince desarrolla como guionista. Es de esos escritores capaces de dejarme fascinado por la inteligencia que demuestran a la hora de resolver sus tramas y elegir cada palabra del texto para que todo fluya como debe hacerlo. Además, aprovechando la versatilidad que le permite esta estructura episódica, Prince decide lucirse y demostrarnos todos los registros que puede darnos, desde pasajes oníricos, a la historia de dos yonkis intentando salir de su adicción, pasando por la gestión de la tragedia en más de una familia disfuncional.

Lo que ya no me ha cautivado tanto es el dibujo de Morazzo, pero entiendo que es algo completamente personal. Sé que a muchos de vosotros os fascinará y se convertirá muy rápidamente en uno de vuestros dibujantes de referencia (fans de Quitely o de Bennet os estoy mirando a vosotros). Pero es un estilo que no encaja nada conmigo, especialmente para una colección de historias tan turbias y un pelín macabras como estas. Particularmente, soy del gusto de dibujantes más sucios y oscuros, y no de este estilo más lineal, pero igualmente creepy.

Ice Cream Man ha resultado ser un cómic inquietante y capaz de sorprender a pesar del drástico choque de expectativas. Por desgracia, como casi toda colección antológica, también es bastante inconstante. Una recopilación de historias urbanas, centradas en la miseria, las frustraciones y los miedos, en las que, a pesar de todo, siempre suele haber un toque sobrenatural. Sin duda alguna, ha conseguido que esté desando echar a correr detrás del camión de los helados y ver a qué oscuras pesadillas nos llevan W. Maxwell Prince y Martín Morazzo en los siguientes pasajes.

Ficha técnica

Título originalIce Cream Man
AutoresW. Maxwell Prince, Martín Morazzo, Chris O’Halloran
EditorialImage Comics
Fecha de publicaciónJunio 2018

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