Well, please. Set me free.
Durante los primeros años de universidad, una época un poco convulsa en mi existencia e hígado, hubo un profesor que, al ver la exagerada masacre que supuso el primer parcial de su asignatura, decidió ponerse el sombrero de padre dramático y erguido sobre la tarima, nos dijo que la vida es como un tren que sólo pasa una vez y, que si no se cogía a tiempo, te quedabas sin ir a donde se supone que te llevaba. Con los años he llegado a la conclusión que lo que quería comunicar, era que la gente que había suspendido el parcial, lo tendría crudo para aprobar esa asignatura, sólo que se vino arriba y decidió darle un poco de dramatismo al asunto y convertirlo en una lección de vida.
Lo que no te dicen, es que si cojes el dichoso tren, las cosas se aceleran, no a un nivel controlado, no… La vida, la muy perra, se pone a velocidad de curvatura 3, sin siquiera preguntar y, antes de que quieras darte cuenta, pasas de preocuparte de cómo hacer para que no se noten las extensas horas de bar y que tus padres dejen de pagarte el piso en la capital, a tener 2 seres dependientes de ti (aplica a hijos y gatos), a reducir tu existencia a hacer tuppers y a trabajar para pagar facturas.

Me estoy poniendo un poco en plan drama queen, lo sé, no tiene por qué ser como relato, pero así vamos creando un poco de ambiente y nos preparamos para sumergirnos en lo que hoy nos ocupa, Lulú, Mujer Desnuda. Que no, no va de una universitaria juerguista que se pasa las páginas reivindicando el “libres domingos y domingas”, no, no, de eso no va. Puercos.
De lo que si va, o al menos es lo que mi limitada neurona ha sido capaz de entender, es del paso del tiempo, de la vida y de que las segundas oportuni… de coger las riendas de ese tren y hacerlo descarrilar, salirse por la tangente y vivir. Volver a nacer. Redescubrirse. Disfrutar de un paseo por la playa o de un affaire con un desconocido. En definitiva, va de eso que tanto pavor nos da a algunos (en los que me incluyo), salir de la zona de confort.

Y es que Lulú, tras darse cuenta de algo tan lamentable como es el hecho que pasada cierta edad es complicado que te contraten, decide darse un tiempo para reflexionar, alejarse de una vida que no es la que ella soñaba, un matrimonio que la asfixia y darse una pausa de su rol de madre (nunca suficiente agradecido) para, de alguna forma, subirse al coche de una desconocida y emprender un viaje hacia ella misma. Lo que pasa en ese viaje, queda entre Lulú y el lector, así que poco puedo contaros, vais a tener que hacer una visita a vuestro dealer de confianza y salir de la tienda con el tebeo.
De lo que sí os puedo hablar un poco, es el apartado gráfico sobre el cual se sustenta el ya mencionado viaje. Étienne Davodeau, autor de la maravillosa y, a mi parecer, poco reconocida Los ignorantes, se sirve de un dibujo de línea fina, aderezado con una paleta suave y agradable a la vista, con predominancia absoluta de tonos anaranjados y azules (colores complementarios que hacen de la lectura algo agradable a la vista a la vez que vistoso). En cuanto a la narrativa en sí, es más bien ligera, sin grandes pomposidades ni composiciones que exploten cabezas, pero claro, no estamos ante un tebeo pijamero, así que todo bien en este sentido, ágil cuando ha de serlo, más pausado cuando conviene… En definitiva, una gozada.
Para cerrar ya, Lulú: Mujer Desnuda es un tebeo que da calorcete al alma que no puedo dejar de recomendar.
Oh por cierto, yo no cogí ese tren, tuve que esperar 1 año para que volviera a pasar y aprobar la asignatura.
Ficha técnica
Título original | Lulu femme nue |
Autores | Étienne Davodeau |
Editorial | Ediciones La Cúpula |
Fecha de publicación | Marzo 2014 |