¿Puedo tocarte ni siquiera un poquito?
Que el cerebro humano sigue siendo, pese a los innumerables descubrimientos desde que la ciencia es ciencia, todo un misterio, es algo que no sorprenderá a nadie. Que las conexiones neuronales nos hagan asociar cosas, aparentemente, sin vínculo alguno dependiendo de nuestra experiencia y vivencias de todo lo que nos rodea e influye es algo tan, como dije antes, misterioso y fascinante a la vez, y ¿a qué viene todo esto y qué tiene que ver con La Pequeña Forastera? ¿Me estoy marcando un párrafo de relleno cual capítulo intrascendente y coñazo de Naruto? Sí y no. Todo a la vez en todas partes que dirían los Daniels.
Y es que precisamente ayer acabé de leerme el octavo tomo de este manga. Manga del que quería escribir con ganas pero que me daba pánico por no saber transmitir lo que me hacía sentir. Lo volví a decidir tras leer el tercer tomo, seguí pensando lo mismo y con más decisión cuando acabé el quinto y, ayer, tras acabar ese octavo estaba casi eufórico por esos sentimientos que seguía sintiendo al leer pero, igualmente, lleno de miedo por eso mismo, por no darle el enfoque emocional que quería y que me hiciera sentir satisfecho. Y es que este manga es, para mí y solo para mí, singular y especial porque sin tener nada de original o diferente a muchos otros –o eso creo– me ha removido por dentro y eso que aún estoy a dos tomos de acabarlo.

El Curioso Incidente del Perro a Medianoche es un libro de Mark Haddon. Libro que estoy leyéndome ahora, donde su protagonista, Christopher Boone, intenta descubrir el asesinato de Wellington, el perro de su vecina, pero lo importante aquí es que Christopher es autista y su forma de ver el mundo es muy diferente a cómo la ve la mayoría. Cosas cotidianas que hacemos sin pararnos a pensarlas, él las hace previo proceso mental lógico para que esa lógica le de tranquilidad y paz y así seguir con su vida. Su forma de ver la vida, de sentir lo que siente guiándose por esa lógica es, y aquí hilo por fin todo, lo que me ha ayudado a saber enfocar mis emociones al leer este precioso manga de Nagabe. Por su descripción del amor hacia su padre.
Así que tras dejar que mi cerebro conectase de forma tan intensa dos cosas que no tenían, a priori, relación para hacerlas hermanos de sangre y así darme esa seguridad que necesitaba, sólo puedo deciros que leáis ya esta obra. Quizá no sintáis lo mismo que yo, o incluso no la consideréis digna de acabarla o, voy más allá, recomendéis no leerla, pero seguro que no os dejará en tierra de nadie. No sólo porque sus protagonistas demuestren un amor incondicional. Eso es algo que hemos visto y leído muchas veces. Es en cómo lo hacen tan simple, fácil. Desbordando tanta sensibilidad. Como si un solo latido del corazón sonara como una pisada de Godzilla y a su vez desprendiera un cálido susurro.

Y es que pese a que la historia va desvelando sus incógnitas de forma pausada y teniendo tomos que cuentan poco, no importa en absoluto. La sensación de misterio se mantiene todo el rato. Es como si hablaran en clave y obviaran intencionadamente partes de la historia. Nagabe nos habla del Doctor y Shiva, sus preciosos protagonistas, del Mundo Interior y el Mundo Exterior, de luz y oscuridad, de amor y odio, de una maldición… pero aunque te lo dijeran claramente en una viñeta todo junto, seguirías sin tener la sensación de saberlo todo. Y aunque a veces bajes a la tierra y pises firme cuando trata sobre religión y el daño que puede llegar a hacer una mentalidad extremista y ciega y le veas a la historia la moraleja que da sentido a cosas que pensabas que no tenían, buena parte de ti seguirá flotando en ese enigma como Goku cuando volaba en su nube Kinton.
Quizá mis palabras no tengan sentido o esté poniendo esta fábula a la altura de obras magnas como Sandman, pero no puedo ser más sincero conmigo mismo al escribir con mis sentimientos al igual que puede llegar a ser confuso el dibujo de Nagabe con esos negros que casi consumen las viñetas. Esas criaturas casi abocetadas, incompletas y llenos de manchas de oscuridad en contraposición a la nitidez humana, al raciocinio religioso –irónico, sí– luchando frente a la obsoleta blasfemia. Ese trazo en continua batalla contra la luminosidad es la intención del autor. Son el Doctor y Shiva y son todos los personajes que van saliendo y aportando su granito de arena a esta quimera envolviendo la obra desde la primera página.

La pequeña Forastera se ha ganado un lugar muy especial en mi corazón por cómo una historia es toda una ensoñación continua. Un halo de fantasía, de sueño hasta rozar lo onírico –sin serlo–. Un eterno recuerdo que vislumbramos borroso pero que sentimos intensamente, donde todo acompaña y donde los pequeños detalles emocionales la hacen tan grande. A veces parece un manga escrito por Neil Gaiman y ese pensamiento en mi cabeza me gusta. Gracias Nagabe y gracias David por recomendarme el libro que abrió la cerradura de mis palabras.
Ficha técnica
Título original | Totsukuni no Shōjo とつくにの少女 |
Autores | Nagabe |
Editorial | ECC Ediciones |
Fecha de publicación | Octubre 2017 |