Undertaker

Una inglesa, una china y un enterrador van en un coche…

Me avergüenza decir que la sombra del prejuicio sobrevoló este cómic desde que tuve constancia de su existencia. Que la obra de Dorison y Meyer aprobaba todos los exámenes a los que se presentaba ante los examinadores/lectores y amantes del género, pero que estaba lejos de ser ese buen alumno de excelentes notas. Que sería un futuro ser productivo y admirado –y envidiado– de la sociedad pero que como él había muchos otros. Dicho en términos comiquiles y westérnicos: que tenía su correspondiente y tradicional ristra de clichés del género –de la que ya os he hablado infinidad de veces– pero que los usaba de una forma simplona sin una trama destacable. Básicamente que sus cruce de caminos o sus personajes –lejos de ser genéricos– se ganaban el pan con el mínimo jornal y cumpliendo sus papeles para que el patrón les llamara al día siguiente. Pues no.

Esta historia de nuestro querido enterrador Jonas Crow es un western más al uso y no lo es al mismo tiempo. Corriente –desterrando las connotaciones negativas de la palabra– y a su vez tiene un punto “para todos los lectores”, que no he visto en westerns anteriores. Y aunque quizá eso le reste honor y gloria en el imperecedero Olimpo del Oeste, la historia que escribe Xavier Dorison no necesita competir con Blueberrys del palo. La combinación de personajes –y personaje principal lleno de carisma–, las forzosas circunstancias que van surgiendo y, sobre todo, el saber coquetear con lindezas yanquis de comicbook de disfrute ocioso –de los que acabo de quejarme en el párrafo anterior– consiguen desestresar la seriedad europea y quitarse el corsé aliviando la narración sin tener que llenarla de indios, ejércitos, desertores, transporte de ganado o incluso de politiqueo de la época.

“– ¡Espera! ¿Le das un jodido bistec a un puto buitre? – No voy a darle una ensalada”

Ojo, que lo remarco por si aún no ha quedado claro, en el western una historia manida pero bien contada –y sobre todo dibujada por la mano francobelga o italiana– funciona a las mil maravillas y hace pasar al fan medio amante de las colts o Smith & Wesson –y hasta a algún foráneo que pase de casualidad por allí– un buen rato de placer lector. Y hablo del género contado por europeos. Nada de historias de visión centriplalínea y ombliguista del yanki de turno –sorry, not sorry– que acaba embarullando elementos como quien hace unas lentejas sin mirar las especias que echa a la olla, y se va acercando peligrosamente a ese comicbook de cabecera que los ha visto crecer –nunca mezcléis cowboys y aliens, por favor–.

¿Y a qué viene toda esa parrafada de cuñao sobre el legado histórico del western en viñetas de la escuela europea en contraposición a la visión norteamericana del mismo? Porque este Undertaker, aunque a veces desprenda olor a americanada en sus formas, me ha sorprendido por pequeños detalles y actitudes que embelesan y acunan a esos mencionados clichés para que ese alumno desapercibido de buenas notas destaque hasta ser delegado de clase –y nadie le odie por ello–. Una combinación que acaba aligerando peso a favor de la narración de forma muy positiva. Aventura pura y dura en muchos momentos.

Y es que, además, se personaliza jugando muchísimo con el papel de enterrador como ese viejo oficio. Un papel que gana en importancia e inclemencia mientras avanza la trama principal –de varias historias– de una forma tan dinámica, divertida y hasta pintoresca, rozando lo esperpéntico. Y no hablamos del enterrador encorvado de Lucky Luke que, metro en mano, espera que doble la servilleta el desgraciado de turno para medir la caja de pino. Podremos presenciar tanto el procedimiento de adecentar un cadáver en todo su esplendor como momentos histriónicos, despiadados y muy crudos –El Ogro de Sutter Camp me ha parecido una historia muy perturbadora–. Todo muy al pelo sin descuidar el marco que les acompaña siempre: el lejano oeste.

Al dibujo aquí le sobran las palabras. El estilo de Ralph Meyer es sobradamente espectacular y esta edición en blanco y negro ayuda a explotar, no sólo ese dibujo, sino que consigue que nos fijemos más en los escenarios y correrías en coches de caballo, persecuciones, barbas mal cuidadas y gestos chulescos. La ausencia del color aquí no mejora el cómic, da otra perspectiva a la trama y la propia apreciación del dibujo. Enfoque que se disfruta por el halo misterioso –a medias– del protagonista y las sensaciones que despierta en los que le rodean. Un tío bromista, chabacano y que sabe explotar esa aura de John Wayne pero alejándose afortunadamente de esa masculinidad abusiva propia del género.

Undertaker es un recorrido redentor por el lejano oeste con trazas que se alejan de la seriedad europea y aún así abraza fuertemente el bande dessinée clásico del que, inevitable y necesariamente, bebe. Más cerca del Lucky Luke más aventurero de Morris reescribe en cierta manera la diversión pura y dura sin descuidar de dónde viene y a mí, con todo eso y más, ya me ha ganado.

Ficha técnica

Título originalUndertaker
AutoresXavier Dorison, Ralph Meyer
EditorialNorma Editorial
Fecha de publicaciónMarzo 2023

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *