Sumergirse en los recuerdos perdidos
“Me dirijo a ti, querido, porque, aunque no estas, sigo necesitándote y a la hora de la verdad sólo es contigo con quien soy capaz de desnudar mi alma. Hoy ocurrió algo que nunca creí posible, durante 15 minutos fui incapaz de recordar tu nombre. Cuando por fin lo conseguí rompí a llorar desconsoladamente abrazada a nuestro perro Belloushe. Tus hijos llevan el último año intentando convencerme de que a mis 80 años había llegado el momento de abandonar nuestro hogar, en el cual hemos vivido los últimos 40 años. Obviamente yo siempre me he negado. Aquí está toda nuestra vida, nos enamoramos en estas paredes, tuvimos hijos, hemos discutido y nos hemos reconciliado. Envejecimos juntos hasta tu último aliento. Pero lo de hoy… Lo de hoy me hizo darme cuenta que llegó el momento, aquel del que hablábamos a menudo, y que a tu lado no parecía tan aterrador. La vejez ha llegado y con ella los achaques, la soledad, y la perdida de memoria. Sentir que tu tiempo y lugar se han ido, que sólo eres un estorbo para los que te rodean es algo desolador. Por eso, he decido ingresar en una residencia de ancianos ahora que todavía soy consciente de lo que hago y no convertirme así en una carga para nuestra familia.
Si, ya sé lo que debes estar pensando. Yvonne eres demasiado independiente y cabezota para estar en un sitio así. Es verdad, pero el verme indefensa ante el Alzheimer, esa enfermedad que sé que ira devorándome poco a poco, ha hecho que me rinda. Sé que este es el paso que me toca dar ahora, y que probablemente sea la última etapa de mi vida. Pero, ¿sabes una cosa? Ahora hablando contigo he recordado algo maravilloso que siempre decías admirar de mí. Amabas mi vitalidad, mis ganas de vivir y de luchar, de las cuales siempre te contagiabas. Y, sabe Dios que podré rendirme en cuanto a mi enfermedad, pero mantendré vivo tu recuerdo y el mío siguiendo viva y viviendo lo que me queda por los dos. No pienso hundirme en este mar oscuro de infelicidad, nadaré con todas mis fuerzas para no quedar inmersa. Y quien sabe, tal vez ese nuevo lugar al que voy traiga momentos que ni siquiera hubiera imaginado.”

Hasta aquí esta introducción que me he permitido el derecho de haceros. No es un texto que haya sacado de la obra, sino uno propio que he querido realizar dando un paso hacia atrás en el pasado de la historia de Yvonne, ya que la obra inicia en verdad el día en que nuestra protagonista llega a esa residencia de ancianos en la que transcurrirá todo el cómic. Obviamente, me he imaginado todo lo relatado, pero creo que sirve para meteros en ambientación de lo que os encontrareis en las páginas en las que Séverine Vidal nos cuenta la dura historia de enfrentarse a la vejez. Para ello, la autora nos muestra a una protagonista increíble, con una personalidad arrolladora que no se anda por las ramas a la hora de ser clara, pero que a la misma vez llena de vitalidad a todo el que le rodea. La guionista, al igual que ella, no nos oculta nada, dejando claro en todo momento lo más duro y cruel de la situación de verse apartado del hogar en el que has pasado toda tu vida, y de lo que significa también enfrentarse a no ser capaz de controlar tu mente. Ver que, poco a poco, los recuerdos que te hacen feliz se escapan de ti es algo que sólo puedo llegar a imaginar, y verdaderamente me parece terrorífico. Es imposible no acordarse al leer esta historia de otro gran cómic como es Arrugas de Paco Roca. Ambos tratan el mismo tema, pero lo que las hace diferentes son sus personajes y la forma de afrontar su camino. Si has leído la obra de Paco Roca y te ha encantado, La inmersión será también un imprescindible para ti.
A pesar de que se nos presenta una historia dura y cruda, que te lleva a sentir tristeza y a darnos cuenta de lo mal que tratamos en muchas ocasiones en la sociedad a nuestros mayores, creo que guarda también un mensaje positivo. Para ello, la autora rodea a nuestra protagonista de unos amigos a cada cual más genial y divertido, que aunque cada uno vive su propia lucha y tristeza, exprimen su día a día, y más con la llegada de Yvonne a sus vidas. Quiero destacar en concreto el personaje de Angelina, una adorable viejecita que se cree ser Angelina Jolie, teniendo varios comentarios desternillantes al respecto.

Si con todo esto aún no has tenido suficiente, no te preocupes porque dejo el plato fuerte para el último momento. Nada más y nada menos que el dibujante Victor L. Pinel, cuyo arte se adecua como un guante a todo el cómic, y es que, además, se nota que estos dos creadores están acostumbrados ya a trabajar juntos. Es imposible no sentir cada una de las cosas que sienten los personajes gracias a las expresiones que con tanta habilidad el artista deja reflejado en cada viñeta. Y, quiero destacar especialmente las escenas de sexo y desnudos con personas de avanzada edad, tema que suele ser bastante tabú en la sociedad en general. El equipo creativo trata el tema de forma elegante, y el dibujante lo plasma con la naturalidad y cercanía que se merecen.
¿Qué más necesitáis para haceros con esta obra maravillosa? Yo siempre agradeceré a sus autores lecturas así, porque además de hacerme pasar un gran momento leyéndolo, sacó siempre lecciones de vida. Y es que, queridos lectores, todos vamos a envejecer. Es más, hasta envejecer es un lujo del que no disponen muchos. La pura verdad es que la muerte es algo que hay alrededor, pero lo importante es la vida, y a veces nos hundimos en ella por un mar de problemas que nos ahoga. Yvonne te diría que vivas, de todo momento o situación se puede salir o se puede sacar algo bueno. Así que no te quedes inmerso. Nada, saca la cabeza y respira.
Ficha técnica
Título original | Le Plongeon |
Autores | Séverine Vidal, Victor L.Pinel |
Editorial | Nuevo Nueve Editores |
Fecha de publicación | Septiembre 2021 |