Kengan Ashura

Si Tarantino hubiese rodado Contacto Sangriento…

Lo pasé muy mal con Your Lie in April. Pero muy mal. Y no sólo por cómo acaba la historia, sino por el recorrido tan doloroso viendo vidas humanas ayudarse ante la miseria, en una existencia llena de prejuicios y expectativas ajenas donde todos acaban señalándote por una cosa u otra mientras alimentan a nuestros monstruos y nos quedamos con las migajas. Una vida llena de responsabilidades, complejos y limitaciones exigidas por los demás y que tienes que tragar forzosamente para sentirte incluido en algo. Un algo que no es más que la mierda que te tiran los demás. Resumiendo, que tras «sufrir», disfrutar y llorar esa historia –que pese a todo tengo que recomendaros– decidí que prefiero desconectar con la más desinhibida violencia. Que la sangre sea mi mantra.

Y como apasionado noventero de la WWF y de sus estridentes luchadores con bañadores de colores, camisetas arrancadas con las manos y maquillaje que ya les gustaría a Gene Simmons y compañía, no pude dejar pasar un manga que, a priori, abogaba de forma arriesgada por esa delgada línea de la credibilidad de técnicas de lucha reales aplicadas de la forma más humana posible con la fanfarria circense de lo exagerado, lo físicamente imposible con personajes extremos pero creíbles en el contexto adecuado. Y creedme, crear el contexto adecuado en un mundo donde existen los JoJos y funcionar tan bien era fácil. La premisa de “da igual lo fuerte que seas, siempre aparecerá otro mejor” que abanderó Dragon Ball funciona gorrínamente bien en la piel de Tokita Ohma, que a partir de ahora es una de mis personajes de manga preferidos.

Y no sólo hablo del despliegue técnico de las diferentes artes de lucha con su pertinente explicación durante los combates o de los continuos pavoneos de los personajes que van pululando por la historia. Hay más. El argumento profundiza en ello lo indispensable para que cada uno de los protagonistas, por muy desmesurados que parezcan, tengan su propia historia y su motivación. Kung-fu chino, jiu-jitsu japonés, lucha libre y grecorromana o MMA sin dejar de lado la lucha callejera o técnicas milenarias orientales repletas de misticismo en su justa medida, mientras lo que nos entra por los ojos es una frenética y bizarra contienda a vida o muerte con huesos rotos, músculos retorcidos y ojos inyectados en sangre en busca de la victoria. Cómo hacer verosímil lo inverosímil, que eche a rodar sin trabas y cree en el lector la necesidad de seguir leyendo y es que, amigos, el manga nunca dejará de sorprenderme.

Pero no todo es violencia, carnicería, pectorales como zepelines o tíos trajeados vitoreando acaloradamente a portentos musculosos mientras apuestan millones de yens. En el trasfondo se ve abiertamente la lucha empresarial tan cruda de las grandes corporaciones por hacerse con el poder. De la conexión entre la brutalidad del ring y la lucha corporativa más mordaz. La clandestinidad como herramienta manipuladora del ciudadano de a pie que espera esos productos para satisfacer su necesidad de consumismo y enterrar así una vida llena de carencias y exigencias laborales. La multinacional como villano y manipulador de gobiernos gracias al vil metal.

El autor no se esconde y entre combate y combate y, claro está y como buen cómic japonés, de una forma exagerada para que así el conjunto sea lo más homogéneo posible y no desentone –que ya desentonar en un manga con sus exageradas actitudes y expresiones es difícil– consigue ponernos en la palestra la nula implicación de las grandes corporaciones para mejorar el mundo y donde sólo prevalecen los más fuertes y el poder no es más que una sagrada llave para manipular a su antojo, mientras luchadores de todo el mundo son contratados para representar sus marcas. Todo disfrutado desde su privilegiada posición, tejen contratos firmados con sangre. Una crítica social brutal y muy actual y aunque no hay duda de que lo que predomina descaradamente es una furiosa violencia por encima de todo, consigue hacer levantar la ceja y casi reflexionar sobre este mundo en el que vivimos.

Y podéis pensar, y con razón, si esta trama de empresas multimillonarias encaja con un argumento claramente implacable y desmedido entregado absolutamente al extremismo más allá de los límites puramente físicos. Y sí, lo hace. Se fusionan tan bien que consigues entender muchas de las motivaciones y necesidades de ambas partes. De esa línea paralela que va de la mano y muestra la parte más oscura del ser humano y que se potencia con un derroche visual que si bien no es tan pulcro como lo que suele hacer Boichi, recuerda en ciertos puntos a su disposición y perspectivas consiguiendo viñetas cargadas de acción muy intensas.

Luchas internas, sobornos, extorsiones y muchas de las formas de entender el mercado empresarial japonés –y mundial– mientras van quedando dolorosamente retratados en la más pura, sádica y primigenia violencia inhumana. ¿Puedo decir ya que tengo nuevo manga favorito? ¿Qué estas peleas sin sentido que enarbolan inequívocamente la pasión por la sangre para así sentirse el puto rey del mundo me gusten tanto que sirvan de terapia? ¿Qué estoy en disposición de abrazar a Berserk y a mi querido Guts y perdonar que no vayan a continuar sus aventuras y así reconciliarme con el mundo? Sensei Miura, no se lo tome a mal pero con mangas así, su pérdida es menos dolorosa y más llevadera.

Ficha técnica

Título originalKengan Ashura ケンガンアシュラ
AutoresDaromeon, Yabako Sandrovich
Editorial Editorial Ivrea
Fecha de publicaciónMarzo 2022

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