Vinilo

My patience is waning, is this entertaining?

Todos tenemos una o más canciones que nos acompañan a lo largo de nuestras vidas, una melodía, un ritmo o un simple tarareo que consiguen activar algo en nuestro cerebro y llevarnos a una letra o una danza, que muy probablemente suene y se vea mejor en nuestro cabeza y que inconscientemente intentas reproducir, ya sea a través de un berrido al que mal denominas “cantar” o convulsionando cual epiléptico y teniendo nula similitud con el verbo “bailar”. Algo que demuestra que el poder de la música es algo totalmente innegable, no sólo por la capacidad de hacernos perder los pocos retazos de dignidad que nos podrían quedar, sino también porque cada nota viene acompañada por un sentimiento que puede evocarnos desde maravillosos recuerdos hasta toda clase de emociones que no siempre tienen que ser tan buenas. O si no, preguntádmelo un lunes a las 8 de la mañana en la parada del bus junto con el típico idiota que se ha dejado los cascos en casa.

Inspirados o no por esta última experiencia, Doug Wagner y Daniel Hillyard, quienes ya me dejaron con la boca abierta con Plástico, vuelven a repetir junto al colorista Dave Stewart para ponernos en la piel de un nuevo exasesino llamado Walter, quien deberá rescatar a su mejor amigo de una secta asesina que adora a los girasoles. ¿Os ha sonado raro? Pues esperad cuando os diga que irónicamente el mejor amigo de nuestro protagonista, resulta ser el agente del FBI que durante todos sus años de carrera delictiva ha intentado darle caza. Con ese desconcierto que ahora sentís, os puedo decir que ya estáis más que preparados para un inquietante relato de psicópatas, amor, música y mucha, mucha sangre.

Si esta es vuestro primer cómic de esta pareja de autores, creo que el mejor símil que puedo haceros, es diciendo, que son todo lo contrario a una caja de cereales con un regalo sorpresa en su interior. Por qué os puedo asegurar que las historias de Doug Wagner son una gran caja de sorpresas donde de repente encuentras un cereal, siendo este el único recurso coherente en una narrativa desenfrenada donde no deja al espectador ni respirar entre mutilación y mutilación (por lo que avisados quedáis aquellos que seáis mínimamente escrupulosos). Sin adelantaros de que trata ese elemento, simplemente os diré que la música es el gran detonante de este y lo que se convertirá en el hilo conductor de la trama.

Pero volviendo a la parte más cruenta, no vamos a negar que Daniel Hillyard se lo pasa tan bien dibujando gore como Ryan Ottley lo hacía con la mismísima Invencible. Aunque he de decir que, esta vez la intencionalidad de este relato no es trasladarnos a una road movie como fue el caso de su anterior trabajo, si no que priman más los elementos típicos de una película de terror slasher, con la única diferencia que en este caso es el asesino el que se debe adentrar en lo desconocido, en lugar del clásico grupo de chavales promiscuos y fácilmente “gancheables”. Es ahí precisamente, donde el color de Dave Stewart nos deja ver esa clara diferenciación ya que, en esta adaptación hay un genial control de la luces y sombras siendo el rojo de la sangre el elemento que detona entre los lúgubres pasillos de la secta, pero que, a su vez, son también los elementos más teológicos de esta los que cobran un mayor impacto para el lector (amantes de los girasoles no os la podéis perder).

Para concluir me gustaría aclarar un último punto que a veces entra en conflicto con la idea preconcebida que mucha gente puede tener de este tipo de historias, especialmente, antes si quiera de adentrarse en ellas. Porque cuando un lector, desde el desconocimiento entra en una obra protagonizada por un asesino sólo espera dos vías de resolución para estos: o se presentan como verdaderos entes del mal incapaces de racionalizar con ellos o, todo lo contrario, son personas terriblemente emocionales y buscan justificar sus acciones buscando que el espectador consiga empatizar con ellos. Por suerte, este equipo creativo busca siempre una tercera opción, dejarte bien claro que estos personajes son auténticos psicópatas, pero con una pequeña brizna de humanidad que deja al espectador la opción de empatizar o no con ellos, sin tener que usar un recurso tan barato como un pasado traumático o un hecho de sus vidas, que marcará su particular sed de destrucción. Es por esta esencia por la que siempre me adentro sin dudar en cada uno de los trabajos de esta pareja y por la que deseo que pronto Norma Editorial nos vuelva a ofrecer la más reciente apuesta de estos autores. 

Ficha técnica

Título originalVynil
AutoresDoug Wagner, Daniel Hillyard, Dave Stewart
EditorialNorma Editorial
Fecha de publicaciónFebrero 2023

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