El Fuego

Nuestros errores son meteoritos que arrasan con todo

Siempre me he considerado una persona buena, justa y con unos valores firmes sobre lo que está bien o está mal. Orgulloso de que todo el mundo hablara de mi con unas excelentes palabras y me quisieran tener siempre a su lado. Y es que así me criaron mis padres, para intentar ser alguien que sumara más a la gente que restarles. Alguien que estuviera siempre dispuesto a ayudar a todo el que lo necesitará, poniendo a disposición de ellos incluso mi propio bienestar o felicidad con tal de mejorar la vida de los demás. Esta doctrina que inició mi aprendizaje, se vio reforzada después por las enseñanzas cristianas que recibí de pequeño. La figura de Jesucristo dando su vida como un mártir por todos me fascinó desde siempre, incluso hoy en día, aunque mis creencias religiosas han cambiado muchísimo, la historia que cuenta la biblia y la figura de este personaje me siguen pareciendo interesantísimas.

De esa forma descubrí a mi primer “superhéroe”, esa persona que luchaba por lo demás dejando a un lado toda su felicidad, acrecentando este síndrome de salvador absurdo y egocéntrico que se fraguaba poco a poco en mí. Fue sólo cuestión de tiempo que aparecieran los cómics con el resto de superhéroes a los que admirar y con los que querer identificarme para ser cada vez mejor, para parecerme a ellos. Sobre el papel, no suena mal nada de lo que os estoy contando, porque a las personas así es bueno tenerlas cerca, y alguien que busca siempre hacer el bien es alguien positivo. Pero la realidad, es que no somos superhéroes, y mucho menos perfectos. Como todo ser humano, acabé cometiendo errores en mi vida, hice daño a gente a la que no quería dañar en algún momento, y pagué las consecuencias. Lo peor no fue enfrentarme al juicio que todo el mundo hizo de mí cuando ocurrió, ni perder a gente o que mi vida entera se fuera al traste. Lo peor fue enfrentarme a mí mismo y aprender a lidiar con la culpa. Abrir los ojos a que los errores se cometen. Eso no nos hace malos si sabemos levantarnos y aprender de ello para no volver a cometerlos.

A priori, estaréis pensando que El Fuego del gran David Rubín, es un cómic que habla de un futuro en el que los seres humanos tendrán que lidiar con un meteorito que se dirige a la tierra para arrasar con todo y acabar con la humanidad que egoístamente ha basado su sociedad en el capitalismo más puro, donde las marcas han tomado el control de las ciudades, y el dinero tiene separada a las clases sociales más que nunca. Pero al leerlo, yo he visto que el autor ha perseguido algo más que una crítica hacia la sociedad, la cual hace de forma espectacular. A través de Alexander, el protagonista de la historia, nuestro guionista ha querido hacer una historia de caída al abismo y de redención. De forma magistral, nos empieza a narrar el nacimiento de este personaje y su ascenso en la vida, admirando desde pequeño la figura de Superman, mientras se va convirtiendo en un aclamado Arquitecto que adquiere fama gracias a la construcción de casas de bajo presupuesto, para que ninguna familia pobre se quede sin hogar. A la misma vez, nos muestran cómo se forma el meteorito que, poco a poco, se va convirtiendo en una bola de fuego mortal que surca el espacio a toda velocidad hacia su objetivo. Cuando el planeta tierra advierte que en pocos años llegará esta amenaza, deciden encomendar al gran arquitecto Alexander la construcción de un asentamiento en la Luna que pueda salvar a un cuarto de la humanidad. Como Superman, a nuestro protagonista le había llegado el momento de salvar al mundo, y era aclamado como un héroe por todo el planeta.

Y es en ese punto de la historia donde enlazo los primeros párrafos que os he dedicado. Nuestro protagonista, al igual que todos nosotros, no es perfecto y en su momento de más exigencia aparecerán esos errores que como el propio meteorito arrasarán con su vida y con todo lo que había creado. De esa forma, David Rubín crea un símil perfecto entre el fuego que cae del meteorito y nuestra culpa, que paso a paso, nos consume y va mostrando nuestros defectos. ¡Y de qué forma lo hace! No creo que desconozcáis el arte de sus dibujos, pero es que en esa obra ha llegado a su mayor momento de esplendor con unas viñetas increíbles con transiciones brutales. Un estallido de colores que te embriaga, y un dominio de las perspectivas que harán que te estalle la cabeza. Crea un mundo futurista apasionante, llevándote de la mano por ciudades increíbles y por escenarios en los que deberás pararte para admirar hasta los detalles más inesperados en sus fondos. Y a medida que el cómic avanza, las llamas de fuego cogen el relevo del protagonismo, haciendo que te sientas tú mismo rodeado por ese calor asfixiante de las cenizas cayendo por doquier. Y para colmo, Astiberri se ha marcado una edición XXL que hace lucir este arte de forma maravillosa.

Tengo que darle la enhorabuena a David Rubín, porque creo que esta es su mayor obra, donde guion y dibujo han colisionado en mi mente como un asteroide. Espero que mi reflexión acerca de lo que ha querido contar se acerque realmente a la realidad, y es que la lección que yo me llevo de esta gran lectura es que lo importante no es ser perfecto, sino que al caer o cagarla en esta vida, sepamos levantarnos y ofrecer una mejor versión de nosotros mismos. Un nuevo comienzo.

Ficha técnica

Título originalEl Fuego
AutoresDavid Rubín
EditorialAstiberri Ediciones
Fecha de publicaciónDiciembre 2022

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