Por un puñado de sangre

De cuando Eastman conoció a Bisley y bueno…

Quien me conozca mínimamente sabe que el western no es mi género. Si bien crecí con las películas de John Wayne -eran algo así como religión en casa mi abuela- y Bonanza, a día de hoy, o me pilla con una resaca nivel kaiju, hecho un cadáver en el sofá e incapacitado al completo, o el cambio de canal es tan inevitable como lo és para un cura el no acercarse a un crío.

Dicho esto, confieso que de base no disfruté demasiado Por un puñado de dólares. Lo siento Fer, espero que puedas perdonarme. Tampoco he visto nada más de Leone. Se que no lo arreglo, pero no puedo con el tal Clint Eastwood. Lo único que me gusta con este nombre es el temazo de Gorillaz. Entonces, os preguntaréis, si no me gusta el western y no me he gozado Por un Puñado de Dólares u otras películas a las que seguro que se hace referencia en el tebeo, que leches hago  yo enfrascado en la lectura de Por un Puñado de Sangre? Dos palabras, un nombre, Simon Bisley.

Lo del fetichismo por el inglés en cuestión es algo que que viene ya de largo, sus grotescas y poco anatómicas formas por alguna razón que desconozco me fascinan fuerte, tanto que desde Sláine podríamos llamarlo casi obsesión, tebeo que de alguna forma lleva su nombre, tebeo que intento agenciarme. Por desgracia eso me ha llevado a tener que enfrentarme a cosas cuya calidad puede ser puesta en entredicho sin demasiado esfuerzo.

Precisamente como lo que hoy nos ocupa. Por si queréis ahorraros el seguir leyendo os doy el siguiente titular: El tebeo en sí podríamos catalogarlo como truño de una escala similar al que nuestra queridísima Dra Sattler hundía la mano. Que no significa que no me lo haya gozado, quien me conoce sabe que me chiflan las barrabasadas, los “pa’ chulo yo” y todo este tipo de salidas por la tangente del mundo del cómic, los encuentro curiosísimos y me lo paso teta (no voy a pedir perdón por el chiste) con ellos.

Pero como dijo el bueno de Jack, vamos por partes. Kevin Eastman, si, el co-creador de los quelonios más atléticos del noveno arte, y co-autor del tebeo que hoy nos ocupa, firma una historia homenaje al western cargadito de clichés. Demasiados para mi gusto. Que por cierto, lo de homenaje es un decir, creo que es más parecido al cuadro del 2 de Mayo de Goya, pero un poco mal hecho. No me queda claro si el guión fue antes o después de los dibujos, en cualquier caso se me hace errático y cansino, cargado de chascarrillos y sin demasiada chicha (nope, tampoco voy a pedir perdón por esto).

Por su lado, Bisley, que a pesar de mi ya mencionado fetichismo no acaba de satisfacerme del todo, se siente vago y descuidado. Lejos queda ese Sláine que me voló la cabeza en su momento y lo afianzó como uno de los artistas que más me hacen vibrar. Estaría bastante bien poder preguntarle el porqué de las cosas, porque algunas escenas brillan y otras parece que le faltara tiempo hasta para limpiar el lápiz.

En general, y creo que esto es fruto de la relectura más pausada y menos fanboy, un cómic mediocre tirando a malo, en el que las expectativas superan con creces a lo que realmente es. La parte buena, parece que Norma se ha olvidado de él y no planea una reedición. La parte mala es que la gente que lo tiene es mínimamente inteligente y se deshace de él, así que no es difícil de encontrar en el mercado de segunda mano. Yo por mi parte he decidido conservarlo, por puro fetichismo y porque debo distar del adjetivo de inteligente. Sea como sea, si eres muy fan, adelante, sino seguro que tu dinero estará mejor invertido en otra parte.

¡BISLEY, QUIERO UN HIJO (o en su defecto un original) TUYO!

Nota del editor: Las imágenes aquí representadas no corresponden a la edición de Norma Editorial, sino a una reedición hecha en 2016 recoloreada por el propio Eastman. La edición reseñada es en blanco y negro.

Ficha técnica

Título originalFistful of Blood
AutoresKevin Eastman, Simon Bisley
EditorialNorma Editorial
Fecha de publicaciónEnero 2006

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