Éramos pocos y parió el revólver
Cuando hablo de Western hablo de mi padre. Él fue quien me inculcó la pasión por este género clásico, y que fui consciente cuando crecí, dándome cuenta que me tiraban más dos pistolas que dos carretas que, si bien sus años de gloria ya pasaron y lo dejaron morir en el árbol del ahorcado, ha sabido “rejuvenecerse” leve y progresivamente de unos años hacia aquí, gracias a remakes aceptables como El Tren de las 3:10 con Russell Crowe y Christian Bale o Los 7 Magníficos con Denzel Washington, por poner un par de ejemplos. Incluso nuevas producciones como Hostiles con el propio Bale o series de impecable factura como Deadwood o el último descubrimiento, gracias a mi pistolero favorito Juan Carlos, Godless, magnífica serie que podéis disfrutar en Netflix.
Con la Trilogía del dólar de Sergio Leone por bandera y con Django desencadenado de Tarantino bajo el brazo, he ido indagando en cómics del género descubriendo magníficas historias como las de Blueberry o Deadwood Dick, o incluso de personajes menos conocidos por el gran público como Tex para acabar sucumbiendo ante la adaptación en viñetas del clasicismo polvoriento de las creaciones de John Ford y el propio Leone y de una vasta cantidad de clichés y duelos al ponerse el sol. Pero os estaréis preguntado ¿por qué os doy la turra con todo esto? Pues porque todo ese amor por el Western clásico y el haber visto a mi padre recitar diálogo a diálogo cada secuencia de El Bueno, el Feo y el Malo me ha supuesto un hándicap para disfrutar plenamente de esta, para nada mala, historia.

Porque a ver, no puedo hablar de un quiero y no puedo por parte de Bunn, ya que mi querida compañera y jefa Berta me ha prohibido meterme con él y llamadme loco, pero aprecio mi integridad física, así que me ha alegrado descubrir –esquivando la bala sin necesidad de hacerme un Neo en Matrix– que la historia que plantea y desarrolla, funciona de muy buen grado y con una fórmula mainstream facilita, accesible y sin necesidad de excesos guionísticos o de fórmulas dragonbólicas de rizar el rizo o del inesperado plot twist. Aquí nada es complicado y con unos tiempos bien llevados que se ríen a boca llena de esa descompresión narrativa de un tal Brian Michael Bendis ya que, en pocos números, no sólo nos muestra la historia, a sus personajes y el camino que quiere llevar o imaginamos que lleva, sino que te cierra un arco bastante entretenido.
Así que puedo decir sin miedo a equivocarme que es de recibo darle el debido mérito al guionista norteamericano por la creación de un nutrido lore –que tiene pinta de ir aumentando– que aúna decentemente parte de la historia americana como la Guerra Civil con temas místicos y poderes sobrenaturales alrededor de un género que suele estar sobradamente encorsetado a las directrices clásicas del cine. Lo tradicional y lo fantástico se integran con una normalidad que hacen mejor al cómic. Lo mágico como elemento real en la narración crea una base estable y disfrutona para una historia que quizá no transcurra totalmente aprovechando lo que a priori nos vende: el western como género, que si lo considero un pero es por gusto muy personal. La usa, sí pero más como excusa que como elemento esencial.

Y aunque en determinados momentos parece que la historia se pierda un poco en lo fácil y, sobre todo, en la información que quiere contar y lo que es mejor ocultar para más adelante, para así no darle al lector todo mascadito desde el primer número. Los disparos de saloon y los propios elementos del spaghetti western se muestran con velados clichés y mantienen un ritmo adecuado. Y a todo eso hay que sumarle que la historia va in crescendo positivamente gracias a los personajes, que considero el plato fuerte tras el concepto general de la trama, y es que admito que soy muy facilón y disfruto mucho de los mencionados clichés en los géneros que más me apasionan, donde la grandilocuencia gana mucho protagonismo, pero –y aquí me contradigo, lo sé– tampoco es una proclama frenética del género.
Podemos resumir esta historia de armas místicas, vaqueros despiadados en busca de sus legendarios poderes y una búsqueda de conocimiento para atisbar los futuros peligros que estén por venir –con ciertos retazos a AIDP encubierto pero salvando las claras diferencias– como un conjunto disfrutable y de cómoda ingesta que se ve francamente reforzado por el dibujo ágil y bien planificado de Brian Hurtt y a unos apropiados colores del experimentado colorista de Invencible Bill Crabtree, que se desvincula de los tonos europeos para darle esas tonalidades planas pero vívidas de comicbook en favor de la acción, yendo todo de la mano.

Ya está. Lo admito. Me he quedado con ganas de más así que voy a aparcar a John Ford, Sergio Leone y a todos los titanes clásicos del western para cuando los montones de BDs lleguen a mis manos y aquí y ahora voy a dejarme embaucar por estos revólveres y por la magia ancestral en un escenario donde vaqueros a caballo de colts de gatillo fácil buscan el corrompido poder mientras las campanas del Día del Juicio final resuenan al ritmo de Ennio Morricone. No necesito más.
Ficha técnica
Título original | The Sixth Gun |
Autores | Cullen Bunn, Brian Hurtt, Bill Crabtree |
Editorial | Norma Editorial |
Fecha de publicación | Febrero 2022 |