¿Y si las ideas tuviesen el poder de cambiar el mundo?
Probablemente uno de los mayores disruptores de la industria del cómic el pasado año 2021 (pandemia mediante) fue la aparición de Substack como plataforma de autoedición, mecenazgo de autores, newsletter y un poco cajón de sastre para que los creadores de cómic norteamericanos den rienda suelta a su creatividad y reciban el apoyo económico necesario para ello, de manos de quienes realmente estén dispuestos a dárselo. Sí, lo sé, seguramente os estéis preguntando qué tiene esto de disruptor, pues plataformas como Patreon o Kickstarter llevan años existiendo, y las newsletter son más antiguas si cabe. Y, el hecho de tenerlo todo en un mismo sitio no parece por sí mismo un elemento suficientemente interesante para reformar la industria del cómic americano por completo. Pero, aunque sus efectos a largo plazo aún están por verse, la irrupción de Substack ya ha conseguido que autores de renombre como Chip Zdarsky o mi amado Donny Cates den el salto a la plataforma. Los hay que han ido un paso más allá, como Jeff Lemire que ha firmado un contrato de exclusividad (para sus proyectos creator-owned) con Image. Pero el ejemplo más claro del potencial que tiene Substack lo tenemos en el guionista que nos ocupa en esta reseña: James Tynion IV. Quien, impulsado por la libertad que le da trabajar en sus propias ideas, ha decidido abandonar rotunda y definitivamente los cómics de superhéroes.
Algo que puede resultar hasta paradójico, pues James Tynion IV es uno de estos jóvenes guionistas de la última hornada de DC, que apenas había escrito cosas fuera de Batman o su batfamilia, y que prácticamente apenas se había prodigado fuera de la editorial de Burbank. En definitiva, que les debe toda su carrera a los superhéroes, y más concretamente a DC Comics. Pero ya hace un par de años empezó tímidamente a asomarse a lo que otros proyectos podían ofrecerle, demostrando una predilección por las historias de terror, o al menos con elementos comunes a las historias de terror, que pueden verse claramente en su Hay algo matando niños para Boom! Studios (publicada en España por Planeta), o la recién estrenada The Nice House on the Lake. Algo que, sumado a la libertad creativa y económica que le reporta Substack, ha sido el empujón que el guionista neoyorquino necesitaba para despedirse de las capas y los pijamas y centrarse exclusivamente en sus propios proyectos, al menos por ahora.

Precisamente entre medias de las citadas obras, Hay algo matando niños y The Nice House on the Lake, se gestó este Departamento De La Verdad. Y aunque quizá el terror no sea precisamente el género predominante de este cómic (seguramente tampoco lo sea en las otras dos), su influencia es más que notable, y reconocida por el propio autor. En esta ocasión, Tynion IV explora lo que sucedería en un mundo en el que las ideas tuviesen el poder de convertirse en realidad cuando una cantidad suficiente de personas creyera en ellas. En estas circunstancias, ¿qué pasaría con las conspiraciones de Reddit o los creepypasta? Peor aún, ¿qué poderes ocultos habría detrás de todo ello? ¿Quién se beneficiaría realmente de que este tipo de teorías conspiranoicas fuesen ciertas? ¿Quién tendría que impedir que la realidad tal y como la conocemos fuese reescrita por completo, por la inconsciente irresponsabilidad de muchos y la macabra intencionalidad de unos pocos? Aquí es donde entra el Departamento de la Verdad que da título a la obra, una especie de Men In Black de la teoría de la conspiración (en palabras del propio guionista) cuyo origen se remonta al asesinato de JFK en 1963.
O al menos aparentemente, pues el autor va un paso más allá con todo esto, ya que siguiendo este planteamiento por el que la realidad está constantemente reescribiéndose, sólo con el poder de la fe, por llamarlo de alguna manera, ¿hasta qué punto esos intereses ocultos que mueven los hilos existirían realmente o sólo serían otra parte de la conspiración, siendo la creencia colectiva la que los hace aparecer? Algo que, por rizar aún más el rizo, sería extensible al propio Departamento, sus verdaderos orígenes o intenciones. De esta forma, Tynion IV nos introduce de lleno en un vórtice de desconfianza en el que la realidad y la versión oficial de la historia se difuminan y confunden constantemente. Lo que el guionista aprovecha muy inteligentemente para criticar, algunas veces de manera más sutil que otras, como en ocasiones se prioriza el proteger un mensaje tranquilizador o que no suscite polémica, por encima de revelar públicamente la verdad.

La parte de terror a la que me refería antes, se introduce con nuestro protagonista, Cole Turner, quien es reclutado por el Departamento de la Verdad para ayudar a exponer y desmontar todas estas teorías conspiratorias, desde que la tierra es plana a que los tiroteos en colegios estadounidenses son organizados por el gobierno para poder prohibir las armas, y de esta forma, evitar que se conviertan en realidad, con todo lo que ello implicaría. Pero el aceptar esta premisa, de que las teorías de la conspiración son en realidad un tulpa (este concepto derivado de la tradición budista, que hace referencia a los pensamientos que son capaces de cobrar vida propia a partir de la creencia en su existencia), no sólo le provoca el terror existencial que supone dudar de absolutamente todo lo que siempre ha creído cierto, sino que también le llevará a plantearse si cierto monstruo de sus pesadillas infantiles, del que al parecer no ha conseguido desprenderse aún, vinculado al satanic panic y las teorías de que en los 70 las sectas satánicas plagaban Estados Unidos, secuestrando niños para sacrificarlos o comérselos, puede convertirse también en realidad, si la suficiente gente cree en él.
Otro elemento clave que convierte El Departamento De La Verdad en una compra obligatoria es su arte. Donde un, hasta ahora desconocido para mí, Martin Simmonds hace un trabajo impecable. Un dibujo (y color) digitales que beben mucho del collage y del mixed-media para darnos un apartado visual tan tétrico y emparanoiante como el guión de Tynion IV. Brindándonos pasajes verdaderamente terroríficos, seguidos de secuencias o páginas enteras que son completamente desquiciantes. Hay algo pertubador en el dibujo de Simmonds, algo que parece meterse dentro de ti y que, si eres aprensivo, no creo que tarde mucho en aparecer en tus pesadillas. Más allá de las comparaciones que le asemejan a Bill Sienkiewicz, me recuerda a otro de esos autores que descubrí hace no tanto y que también ha pasado a formar parte del imaginario habitual de mis pesadillas: Aaron Campbell (Hellblazer (2019), Infiel).
Por cerrar esta reseña y seguir insistiendo, si aún queda alguien por convencer, El Departamento De La Verdad es un soplo de aire fresco en el medio. Una obra que explora con bastante criticismo la teoría de la conspiración, así como los intereses políticos, mediáticos y económicos que hay detrás de determinados bulos de internet. Y lo hace desde la perspectiva de un cómic de terror y contraespionaje, hilando de forma sublime unas ideas tan complejas y enrevesadas que, durante todo el cómic, piensas que en algún momento se le van a acabar yendo a James Tynion IV de las manos. Y no sólo sabe doblegarlas, sino que es capaz de contártelas de una forma tan interesante, dinámica y bien desarrollada que al final te preguntas si no será el quien está reescribiendo la realidad, haciendo que todos nosotros demos por ciertas sus ideas.
Ficha técnica
Título original | The Department Of Truth |
Autores | James Tynion IV, Martin Simmonds, Aditya Bidika |
Editorial | Norma Editorial |
Fecha de publicación | Enero 2022 |